dimarts, 14 de juny del 2011

El más (des)corazonado de los hombres

"El más (des)corazonado de los hombres" es el título de la obra de teatro que Tomás Motos ha escrito recreando la figura del poeta Miguel Hernández por encargo del TAMA de Aldaia (Valencia). Esta obra de teatro fue estrenada a principio del curso escolar 2010-11 bajo la dirección Xema Palanca. El texto ha sido editado por la Juan Vicente Martínez Luciano dentro de la colección Textos Teatrales del Siglo XXI, de la Universidad de Valencia.
En el acto de presentación se realizaron múltiples performances que dieron al acto un tono pedagógico-artístico propio del espacio donde se prensentaba: empezó el Coro Allegro de la ONCE (dirigido por Juli Hurtado, quien ha versionado algunos poemas del poeta), continuó con las escenas a cargo de los actores de la Escuela Municipal de Teatro de Aldaia. Para contextualizar el perfil artístico-pedagógico del autor contamos con Xema Palanca que sorprendió con unas palabras agradecidas a su maestro y por el regalo en la voz del cantautor Daniel Mata, por su parte, Paco Tejedo colaboró con unas investigaciones históricas que esclarecieron algunos de los temas recurrentes en la historia de las guerras civiles españolas y todo ello fue hilvanado por mí mismo (Antoni Navarro) en tanto que "coringa" o mediador.
A continuación, el autor Tomás Motos quien actualmente es el director del Postgrado “Teatro en la Educación: Pedagogía Teatral” de la Universidad de Valencia, nos presenta una breve dramaturgia de la obra.


Introducción.
La obra, “El más (des)corazonado de los hombres” presenta algunos de los aspectos menos conocidos de la vida de Miguel Hernández, como sus intentos de introducirse en el mundo de la cultura a toda costa, la dimensión contrarrevolucionaria de sus primeros escritos y su lucha para desprenderse de la etiqueta de pastor-poeta y adquirir el estatus y oficio de poeta. Pero, sobre todo, trata de mostrar su compromiso con los valores de la República, su lucha en primera línea en las trincheras del ejército republicano y su lento exterminio en las cárceles franquistas.


Lo que he pretendido al escribir la obra.
En un principio pensé en tomar unos cuantos poemas y hacer una dinamización de ellos utilizando el teatro imagen. Pero conforme iba consultando documentación la idea inicial se fue transformando y se concretó en: escribir un obra de teatro que sirva para acercar la figura humana, la trayectoria vital y la obra de Miguel Hernández, al público en general. Un objetivo muy ambicioso, pues como afirma Eutimio Martin, (2010, p. 660) “es difícil encontrar en la literatura española un autor enfrentado a circunstancias más adversas. Siempre anduvo a vueltas con la satisfacción económica, pero más angustiosa fue la miseria afectiva”. Miguel Hernández no erró el juicio al considerarse ruiseñor de las desdichas / eco de la mala suerte (“Sentado sobre los muertos”) o al declarar en “Sino sangriento” que de amapola sin suerte es mi destino.
Además me encontré con otra dificultad: el dilatado espacio temporal que había que abarcar (31 años vivió M.H.). No me podía ceñir a una estructura que respetara las tres unidades clásicas de espacio, tiempo y lugar. Pero lo poco que conozco de lenguaje cinematográfico y de dramaturgia me salvó: decidí escribir un texto, formado por escenas breves, con varios espacios y temporalidades simultáneos. Como si de una película musical se tratara, sólo que en vez de canciones se recitan poemas y textos en prosa de Miguel Hernández. Por otro lado, recurrí al teatro documento y al teatro épico y a las propuestas del teatro frontal de Meyerhold.
He intentado construir una visión del poeta alejada del angelismo acrítico, con que ha sido tratado. En este sentido, han obstaculizado la figura de M. H. tanto la hagiografía izquierdista como la tergiversación de la derecha. Por ejemplo, la escena de M. H. moribundo escribiendo en la pared de la prisión: Adiós, hermanos, camaradas y amigos/ despedidme del sol y de los trigos, inventada por el poeta comunista uruguayo, Elvio Romero en su libro “Miguel Hernández, destino y poesía”, (Losada, 1958), se ha difundido como verídica: hay unas mil webs en Internet que así lo confirman. Incluso llegó a circular un autógrafo de estos versos, difundido por Jacinto Luis Guereña. En realidad el autor de estos versos es el poeta sevillano Antonio Aparicio.
En el otro extremo ideológico: tergiversación derechista. Juan Guerrero Zamora, director de teatro y realizador de televisión, el creador de mítico programa Estudio 1, dice M.H. no fue franquista porque no supo lo que Franco era realmente. (Guerrero Zamora, Juan (1955). Miguel Hernández, poeta. Madrid: El Grifón.)
Y como uno ha aprendido que la validez y la fiabilidad de una investigación se ha de cimentar en el rigor de la fuentes usadas y en la triangulación me he basado en los últimos estudios realizados sobre la figura de Miguel Hernández, tales como: Martín, Eutimio (2010). El oficio de poeta. Miguel Hernández. Madrid: Aguilar; o Ferris, José Luis (2002). Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta. Madrid: Temas de Hoy. Además he consultado a:
• Muñoz Hidalgo, Manuel (1975). Cómo fue Miguel Hernández. Barcelona: Planeta.
• Ramos, Vicente (1977). Miguel Hernández. Madrid: Gredos.
• Sánchez Vidal, Agustín (1992). Miguel Hernández, desamordazado y regresado. Barcelona: Planeta.
• Y sobre todo en la Obra Completa de M.H., edición de Agustín Sánchez Vidal, publicada por Espasa Calpe (2010).
La visión que yo me he construido de Miguel Hernández está diseñada con unos cuantos trazos que he considerado más significativos: su condición un tanto ruda y pretenciosa, la dimensión contrarrevolucionaria de sus primeros escritos, su lucha para desprenderse de la etiqueta de pastor-poeta y adquirir el estatus y oficio de poeta. Además, he intentado resaltar su compromiso con los valores de la República, su lucha en primera línea en las trincheras del ejército republicano, su lento exterminio, asesinato a fuego lento, en las cárceles franquistas. Pero por encima de todo, su coherencia ética y estética.
Los que nos ofrecen una visión angélica de M.H. parece que nos quieren presentar al poeta como si no hubiera sido un ser humano con sus zonas de luces y sombras, y sus contradicciones. A saber:
- Su intento de desclasamiento: M. H. se aferra a la poesía para escapar de su medio social originario: (“Los dos fuimos unos desclasados y unos ambiciosos…”).
- Se mostraba:
• Vanidoso: “Yo soy el primer poeta de España”. Primer encuentro con Lorca, en Murcia, en casa de Raimundo de los Reyes.
• Presuntuoso: Sé que piensas ocuparte de la solterona eterna, eterna virgo española. Quisiera tener Federico un miembro de orinar para cada una de estas mujeres que se malogran y se consumen como velas dentro de las rejas y los templos con los ojos y la boca amargos de deseos (1 febrero del 35).
• Agobiante: cartas a Federico para que haga gestiones ante Margarita Xirgu para representar su obra teatral “El torero más valiente” (quiero que me digas lo más enseguida que puedas cómo va mi “asunto” (abril, 1934), estoy esperando tu carta, aún no se agotó la vena de la esperanza… moléstate un poco más por mi, hazme el favor (1 febrero del 35).
• Su egocentrismo es obsesivo: Odio la pobreza en que he nacido… por muchas causas. Particularmente por ser causa del estado inculto en que me hallo, que no me deja expresarme bien ni claro, ni decir las muchas cosas que pienso (carta a J.R. Jiménez, 1931).
Cada uno de los cinco actos en que he divido la obra está centrado en uno de sus libros de poemas.


- Acto I. “De cabrero a poeta”.
Primeros poemas y Perito en Lunas. Sus primeros escritos, su poesía y teatro neocatólicos, de fascismo eucarístico, (Silbo vulnerado, Quién te ha visto…). Miguel está agonizando en la Enfermería de la Prisión del Reformatorio de Adultos de Alicante y mediante el flashback van apareciendo escenas con personajes que influyeron en su vida: su padre, el canónigo Luis Almarcha, Ramón Sijé, José Bergamín, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Federico García Lorca, Pablo Neruda, Alberto Sánchez y Vicente Aleixandre.
También, los primeros intentos para pasar a la poesía impura y revolucionaria bajo la influencia de los artistas plásticos que conoció en 1934 (Escuela de Vallecas) y sobre todo de Neruda y Aleixandre.


- Acto II. El rayo que no cesa.
“Ábreme amor la puerta de la llaga perfecta”. A través de seis mujeres, con las que tuvo relación, (Carmen Samper, Josefina Manresa, María Zambrano, Maruja Mallo, Carmen Cegarra y Carmen Pastrana) que hablan en pasado mientras Miguel lo hace en presente. El rayo que no cesa de fulminarle es la metáfora de su impetuosa libido siempre insatisfecha.
La lectura atenta de El rayo que no cesa contradice a quienes se han empeñado en presentar a un Miguel Hernández sencillo y puro, tirando a memo. El empeño de incluir en la pareja Miguel-Josefina entre la lista de los amantes célebres emana de una muy comprensible y laudable actitud conmiserativa hacia quienes tanto sufrieron. No hay fundamento biográfico. Las apetencias intelectuales, anímicas y sexuales de ambos no se correspondían. Difícilmente podían formar una pareja simbólica o arquetípica (Abelardo y Eloisa, Ginebra y Lanzarote, Isabel de Segura y Juan de Marcilla). M. H. no podría sustraerse, -después de su relación con Maruja Mallo- de la imperiosa necesidad de descendencia que solo Josefina podía satisfacer. En cuanto madre, Josefina alcanzó una identidad en la mente y en la pluma del poeta.
He poblado tu vientre de amor y sementera / he poblado el eco de sangre que respondo / y espero sobre el surco como el arado espera / he llegado hasta el fondo”.
El vientre de su esposa ocupa el primer plano de la cosmovisión del poeta: Menos tu vientre / todo es oscuro. / Menos tu vientre / claro y profundo.
Pero la relación entre ellos, debido a la guerra, fue básicamente epistolar -316 cartas reconocidas -. El periodo más largo que pasaron juntos fue de dos meses.


- Acto III. “Vientos del pueblo”.
Recuperación de la coherencia y su reinserción en la naturalidad lírica y en la ideología solidaria que le eran propias. Es decir, maduración de su conciencia social.
Vengo muy satisfecho de librarme / de la serpiente de múltiples cúpulas, / la serpiente escamada de casullas y cálices…/ Me libré de los templos: sonreídme / donde me consumía con tristeza de lámpara / encerrado en el poco aire de los sagrarios/… Agrupo mis penas, mi hambre y mis cicatrices / que llevo de tratar piedras y hachas / a vuestras hambres, vuestras penas y vuestra herrada carne / porque para calmar nuestra desesperación de toros castigados / habremos de agruparnos oceánicamente.


- Acto IV. “Persecución y cárceles: turismo penitenciario”.
Cancionero y romancero de ausencias. Diez cárceles -¿Qué hice para que pusieran / a mi vida tanta cárcel?- y miles de kilómetros en tren: el turismo penitenciario de Máximo Cuervo, director General de Prisiones: (Si queremos que nuestra labor sea perfecta, en nuestros organismos debe de presidir la disciplina de un Cuartel, la seriedad de un Banco y la Caridad de un convento). Es una hipócrita operación de exterminio, una ejecución diferida.
La coherencia entre pensamiento y acción, entre ética y estética se pone plenamente de manifiesto en que una vez alcanzado su estatuto de poeta, prefirió entregarse a la muerte para salvaguardar la legitimidad de su obra. Por eso rechazó los intentos de los ganadores de la guerra (José Ma. de Cossío, Dionisio Ridruejo y José Ma. Alfaro o el mismo Almarcha) para atraerlo a sus filas. Habría salido de la cárcel accediendo a colaborar de algún modo con el régimen fascista, pero se negó porque tuvo la lúcida conciencia de que si lo hacía no podría desarrollar con dignidad su oficio de poeta y perdería toda legitimidad.


- Acto V. “Con los ojos abiertos”.
Muerte de Miguel (28 de marzo, de 1942) Testimonio de diferentes personas que le asisten en sus últimos momentos. El dibujo del cuerpo yacente de Miguel, realizado por el escultor José Ma. Torregrosa nos lo muestra con la boca abierta y ojos espantados, que no pudieron cerrar. Debido al hipertiroidismo que sufría o porque murió solo y nadie estuvo allí para cerrárselos.
Yacente, comido del sufrimiento, madero casi de dolor, resto esculpido en leño con espantosa expresión de agonía serenada por la muerte. Y en los grandes ojos abiertos la ausencia de la música, ahogada. La que tan pujantemente había resonado en las totales pupilas abarcadoras (Vicente Aleixandre).


Resultado
Mi intención al escribirla era acercar la figura humana, la trayectoria vital y a la obra de Miguel Hernández, al público en general. Pero uno no puede desprenderse de su historia- y cuarenta y un años de mi vida los he dedicado a la enseñanza- por lo que también pensé tanto los estudiantes universitarios de Literatura Española como en el alumnado de Educación Secundaria. Así que al mismo tiempo es una antología, en la que al estar los textos seleccionados contextualizados en las circunstancias y motivación con que fueron creados permite una más profunda y significativa comprensión de los mismos. Es decir, se trataría de una antología dinamizada.
La obra termina con el poema de la poetisa Harmonie Botella, en el que se expresa de una forma tremendamente dramática lo que supuso la dictadura franquista: La tiranía secó los trigales, quemó los arrozales,/consumió la libertad, apagó la palabra de los poetas,/el canto de los soñadores, y la voz de un pueblo.
Pero nosotros -más o menos indignados- estamos aquí para defender los valores éticos, estéticos y políticos por los que Miguel Hernández escribió, luchó y murió.


NOTA: Las personas interesadas en la obra pueden hacer el pedidos a Librería Izquierdo; GV. Fernando el Católico 12, 46008 Valencia. Telf: 963911494